Debido al COVID-19, la necesidad de ventilar los espacios públicos regularmente se ha convertido en algo primordial para proteger la salud. Los centros educativos han sido unos de los que más han sufrido esta medida, teniendo que abrir las ventanas incluso en los meses de invierno.
Sin embargo, esta medida no es del todo rentable puesto que, en invierno, al mantener las ventanas abiertas, el consumo de energía se eleva notablemente, además, de las incidencias climáticas como la lluvia o el viento que no favorecen al correcto desarrollo del alumno y, en verano, pueden entrar agentes molestos externos como el polen, polvo e incluso, el calor exterior.
Estos factores provocan distracciones y molestias en los alumnos y profesorado, generando ambientes de estrés y tensiones. Por ello, una de las soluciones más factibles se centra en los sistemas de ventilación de doble flujo para ventilar correctamente las aulas y proteger a todos sus integrantes